Cada 28 de diciembre, Ecuador conmemora el Día de los Inocentes, una fecha que combina tradición religiosa, memoria histórica y expresiones de humor popular. Aunque hoy se asocia principalmente con bromas y risas, su origen se remonta a uno de los episodios más trágicos del cristianismo.
La jornada, que forma parte del calendario litúrgico y cultural del país, ha evolucionado con el paso de los siglos. De una conmemoración solemne por la muerte de niños en Belén, pasó a convertirse en un día marcado por las llamadas “inocentadas”, prácticas que varían según el contexto social, regional y tecnológico.
Un origen marcado por la tragedia
El Día de los Inocentes tiene su raíz en un relato del Nuevo Testamento. Según el Evangelio de Mateo, el rey Herodes I el Grande, al sentirse amenazado por el nacimiento del Mesías, ordenó la ejecución de todos los niños menores de dos años en Belén. Este hecho es conocido como la Matanza de los Santos Inocentes.
La Iglesia cristiana recuerda a estas víctimas como “inocentes” porque, al no haber alcanzado la edad de razón, no podían haber cometido pecado alguno. Esta conmemoración se institucionalizó entre los siglos IV y V después de Cristo, dentro de las celebraciones que rodean el nacimiento de Jesús y que se desarrollan durante la octava de Navidad.
Con el paso del tiempo, la solemnidad de esta fecha comenzó a transformarse. Diversos estudios históricos sostienen que, en la Europa medieval, la conmemoración religiosa empezó a mezclarse con expresiones festivas y satíricas, influenciadas por celebraciones como la Fiesta de los Locos, especialmente en Francia.
De la conmemoración religiosa al humor social
En Ecuador, el Día de los Inocentes se vive principalmente a través de bromas conocidas como inocentadas, una práctica extendida en hogares, escuelas, espacios laborales y, en años recientes, en redes sociales. Aunque el trasfondo religioso se mantiene, el énfasis actual está puesto en el humor.
“Es una tradición que ha cambiado con la sociedad. Antes las bromas eran más personales; hoy circulan en plataformas digitales”, señalan investigadores culturales citados en reportes académicos. Desde llamadas telefónicas hasta publicaciones falsas, el ingenio marca la jornada.
Entre las bromas más comunes que se repiten cada año destacan:
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Engaños telefónicos con noticias falsas o exageradas.
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Chistes visuales, como objetos colocados en lugares inesperados.
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Falsas invitaciones a eventos inexistentes.
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Publicaciones engañosas en redes sociales que luego se revelan como bromas.
Tecnología y el Día de los Inocentes
A diferencia de décadas pasadas, cuando las inocentadas requerían dibujos, montajes manuales o edición básica, hoy la tecnología ha cambiado el escenario. El uso de inteligencia artificial ha facilitado la creación de imágenes falsas o manipuladas, conocidas como deepfakes, lo que ha generado debates sobre los límites entre broma y la desinformación.
En el plano territorial, la celebración también adquiere matices propios. En Cuenca, por ejemplo, la Fiesta de los Santos Inocentes incluye desfiles, disfraces y comparsas que representan personajes históricos y de actualidad. Esta tradición, documentada por el Ministerio de Turismo, tiene raíces coloniales y se ha mantenido vigente con adaptaciones contemporáneas.
A nivel internacional, la fecha guarda similitudes con el April Fools’ Day (Día de los Inocentes) de los países angloparlantes. Sin embargo, a diferencia de Ecuador y otras naciones de América Latina y España, en esos contextos la celebración ha perdido casi por completo su vínculo religioso.
En Ecuador, el Día de los Inocentes refleja cómo una fecha de profundo significado religioso puede transformarse en una expresión cultural viva. Entre memoria histórica, humor popular y tecnología, la jornada sigue siendo un termómetro social que muestra cómo cambian las formas de comunicarse, reír y convivir, sin perder del todo su origen simbólico dentro del calendario cristiano.
