Ecuador enfrenta una compleja encrucijada marcada por la inestabilidad política, una crisis de valores y la falta de reglas de juego claras, según la politóloga Andrea Endara. En una entrevista de Manavisión Plus, la analista detalló que, la situación ha creado un ambiente que no solo frena la inversión extranjera, sino que también desalienta a los jóvenes a emprender en su propio país, llevándolos a buscar oportunidades en el extranjero.
-¿Qué pasó con nuestro país? ¿Por qué ya no es ese país de oportunidades? ¿Se trataría de una crisis de modelo económico, de incompetencia en la gobernanza o de expectativas?
Es una crisis institucional. Nosotros no tenemos unas reglas del juego claras, entonces eso hace que no venga la inversión y que nosotros queramos hacer lo que se nos hagan las ganas porque pertenecemos a cierto sector económico o porque tenemos algún apellido. Hay una crisis de instituciones porque no respetamos las reglas del juego o tenemos unas reglas del juego muy difusas. Tenemos una crisis política también, que cada que hay algún escándalo, el riesgo país tiende a subir. Y eso, sumado a una crisis profunda de valores y de educación, hace como este grupo perfecto para que nosotros sigamos estancados y no podamos desarrollar al país.
–Al hablar de reglas, ¿la Constitución de 2008 es garantista o le brinda garantías al inversor extranjero para que venga al Ecuador y fomente la economía?
La Constitución de 2008 es la base y tiene muchos problemas en cuanto a poder atraer inversión porque ofrece muchas cosas y muchos derechos. Y uno de los principales problemas con ser tan garantista, y ojo que no estoy en contra de que debamos dar derechos a la ciudadanía porque son importantes, es que no tiene ese contrapeso que son las instituciones. No hay un proceso claro que me diga qué tengo que hacer para hacer respetar ese derecho, cuáles son las consecuencias de irrespetar esos derechos. Deja un vacío importante que permite que podamos jugar entre los grises, y eso afecta a la seguridad jurídica.
–¿Qué debe garantizar o qué se debe hacer para llamar la atención del inversor extranjero?
Primero, crear una ley que atraiga inversiones, pero que esté completamente encadenada y bloqueada contra futuros cambios, para que así las empresas tengan esta seguridad de que no les van a cambiar las reglas del juego. Segundo, hacer un profundo saneamiento de las instituciones actuales, porque sabemos que la corrupción sigue enquistada. Y tercero, trabajar en gestión con la ciudadanía, especialmente en la seguridad, porque así seamos una panacea para las inversiones, si hay un problema fuerte de seguridad como el que vivimos, los inversionistas se lo van a pensar dos veces.
–¿Por qué Ecuador ha dejado de ser también un pilar de oportunidades para la gente joven?
Porque así como pasa con los inversores, pasa con el pequeño emprendedor, y el pequeño emprendedor se juega y arriesga lo poco que tiene. Y si yo no tengo las reglas del juego claras, me pones muchísimas trabas para emprender, porque el Ecuador es uno de los países que más pasos y permisos tiene que seguir para poder sacar de manera formal sus negocios. Además, aquí no hay movilidad social. Si naces en una clase social específica, muy poca gente, si es que es nula, puede crecer y subir a otra clase social.
–¿Considera usted que el Ecuador perdió una oportunidad de oro con la consulta popular del último domingo para cambiar toda esta situación?
Yo no creo que se perdió una oportunidad de oro. Hay que ser súper enfáticos y dejar de lado esta polarización que vivimos. Una de las razones por las que no ganó ninguna de las preguntas es porque no fue explicada. Desde los impulsores del ‘sí’, no nos decían cuáles eran las consecuencias, y eso generó muchísimo incertidumbre. Además, el proceso era muy caro, son 250 mil millones de dólares aproximadamente que no tenemos, y esta plata se debería invertir en lo que más apremia al ecuatoriano, que es educación, salud y seguridad.
–¿Desde qué daño se empezó con esta crisis en la que las personas ya no sueñan con un Ecuador, y cómo están las nuevas generaciones en términos de oportunidades?
La mayor estampida migratoria ecuatoriana, y es a partir de ahí donde nace esta posibilidad de hacer vida afuera, es con la crisis del 99-2000, donde el ecuatoriano descubrió que su trabajo duro sí tiene frutos en otro lugar. En cuanto a los jóvenes, yo te diría que con el correísmo, porque vieron la oportunidad de estudiar gracias al Estado fuera del país, y cuando regresaban se daban cuenta que estudiaban un montón y no tenían una oportunidad en su propio país. A eso se suma el recrudecimiento de la violencia en los últimos seis años.
–¿Qué es lo que se debe hacer de ahora en adelante para que Ecuador vuelva a ser ese país lleno de sueños, cree usted que hay una mala distribución de oportunidades?
Lo más importante son dos cosas. Por un lado, desde el sector político, olvidarse de esta tradición donde el político se sirve de la ciudadanía. Dejar la soberbia y el interés propio de lado y estar dispuesto a trabajar con el resto de partidos y sectores sociales. Por el otro, la ciudadanía tiene un rol importante: mayor acción de la ciudadanía, mayor participación real y un lavado de conciencia, para trabajar, exigir y fiscalizar a nuestros políticos.
–¿Cree usted que para las próximas elecciones presidenciales ya habrá una tercera vía que logre consolidarse?
Por el momento no, y creo que es uno de los grandes problemas del sistema de partidos ecuatorianos, que nos concentramos en un líder caudillista y que es el líder que va a llevar al partido al poder, pero no en verdaderos partidos que representen a sectores de la sociedad. Esto es un llamado a los partidos políticos a que se replanteen cómo quieren atender y representar realmente a la ciudadanía.
–Hasta qué nivel llegaría esta posibilidad de construcción o pérdida de oportunidades para el ciudadano, ¿también depende de uno como joven el querer salir adelante?
Aquí es un trabajo conjunto. El joven o el ecuatoriano tiene que dar lo mejor de sí, prepararse, pero por el otro lado, el Estado tiene que dar esta apertura para que el ciudadano se pueda desarrollar. Y eso no significa bonos, porque los bonos son temporales. Lo que tiene que buscar son espacios de inversión y generar las condiciones óptimas para que estos inversionistas vengan. El ecuatoriano ‘no’ es pobre porque quiere, es que no tiene las condiciones necesarias por la pobreza multidimensional, incluso desde su concepción, porque probablemente nació con desnutrición crónica infantil.
